El día 23 de abril, día del libro, es antetodo un día homenaje a la cultura, un día establecido así ya que como bien sabreis, casualidades del destino, un 23 de abril del año 1616 fallecieron dos de los más grandes representantes de cultura de todos los tiempos, el gran William Shakespeare y nuestro querido Miguel de Cervantes. (Aunque exactamente esto no es del todo cierto, fallecieron con unos cuantos días de diferencia).
Hoy quiero hablar de uno de ellos, Shakespeare y su relación con la canaricultura. Como bien sabreis en esta sección llamada "Apuntes Culturales" os quiero mostrar la influencia de nuestra afición en la historia y la relación de este pequeño pájaro con importantes personalidades mundialmente conocidas y que forman parte de nuestra cultura.
Como os conté en el anterior artículo de esta sección, los países de el norte de Europa, entre ellos Inglaterra tuvieron gran importancia en el desarrollo de la canaricultura. La difusión en las islas británicas se debe, según la tradición a Sir Walter Raleigh, quien ofreció algunos ejemplares a la reina Isabel I a su regreso a las islas Canarias. La soberana quedó tan encantada que impulsó su crianza y adoptó la costumbre de ofrecerlo a sus invitados en señal de benevolencia. Como bien sabreis los primeros canarios eran verdes, de fenotipo ancestral y posteriormente surgió la mutación amarillo. Al tiempo empezó a prevalecer el amarillo en la librea de los canarios reales y Shakespeare acostumbraba a halagar a la reina diciendo que los ojos de la monarca podían transformar en oro todo lo que miraran.
No sabemos si el genio inglés crió canarios pero lo que está claro, según ciertos escritos, es que convivió con ellos en su relación con los monarcas.
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